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Emadrid

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Carta de un profesor de la Escuela Pública a sus alumnos.
A todos mis alumnos pasados, presentes y futuros en la Escuela Pública.

Como podéis apreciar, cada día que pasa nos estamos involucrando más y más en una batalla sin cuartel por defender la Escuela Pública, esa maravillosa institución que tanto parece molestar a la Presidenta de la Comunidad y sus acólitas, que desean imponernos un sistema educativo público precario e injusto con los que más ayuda necesitan para progresar en sus aprendizajes, y excesivamente generoso con sus amiguitos del alma que dirigen la educación privada, accesible solo para los alumnos excelentes y con grandes posibilidades económicas.

Pero no tengáis la menor duda de que esta guerra la perderán, como ya la perdieron cuando Esperanza Aguirre era ministra de Educación y ante el desaguisado que montó, el propio ex-presidente Aznar tuvo a bien recluirla en el Senado que, como todos sabéis, es la Institución del Estado más valorada por los españoles y lugar de destierro de políticos en su mayoría de segunda fila. ¿Cuántos millones de euros ganarían las arcas del Estado para mejorar, por ejemplo, los recursos de la Escuela Pública, si se cerrara esta obsoleta e inútil Institución?

Después de 30 años en la Escuela Pública sigo sintiendo en mi piel la cercanía de vuestras inquietudes, fuerza e impulso, las ganas que tenéis de acercar el futuro a los perímetros de vuestros sueños, alargar cada día un poco más la rebeldía innata que, como jóvenes que sois, tenéis a flor de piel, pidiendo a gritos un nuevo modelo social y económico que garantice las mismas oportunidades a todos vosotros para llegar lo más lejos posible en el territorio de vuestras competencias y expectativas.

Hace unos días compartimos un encierro con vosotros en el centro los profesores y vuestros padres y madres. Os aseguro que no pegué ojo en toda la noche porque no quería perderme un solo segundo la enormidad de un acto que mostraba la cara más sublime de lo que es la unión y el esfuerzo de un colectivo luchando por unas ideas y unos principios que todos hemos adquirido y desarrollado en una Escuela Pública que forma personas y personalidades, afronta dificultades con compromiso y genera un territorio amplio para desarrollar y disfrutar la empatía, una pedagogía de cercanía para explorar cada día otras formas de hacer y decir.

Luchamos todos juntos por una Escuela Pública viva, dinámica y eficaz, que se mueve por valores, innova constantemente para dar respuesta a las diversas inquietudes y necesidades de nuestros nuevos alumnos nativos digitales; incorpora la solidaridad multicultural como elemento de desarrollo personal; satisface en ellos su son más exquisito: crecer compartiendo; hogar y, a la vez, hoguera acogedora, un espacio para el encuentro, el afecto y el aprendizaje cooperativo, donde poder construir entre todos el conocimiento y la inteligencia colectiva, capaz de adaptarse a lo inesperado con rapidez y eficacia y gestionar la incertidumbre con determinación y transparencia.

Queridos alumnos, me siento orgulloso de formar parte, como profesor, de esta tribu escolar que hemos creado; nuestra lucha va más allá del debate de unos horarios y unos recursos, sin duda esenciales para vuestro futuro, porque entran de lleno en la propia sustancia de la vida de personas muy jóvenes que aspiráis, como no podía ser de otra manera, a educaros en valores y crear una propia personalidad desde la que liderar vuestros propios sueños, ambiciones y deseos.

Esta guerra no es que la vayamos a ganar, es que ya le hemos ganado en gran parte: ya se han dado cuenta de que frente a su altanería y sinrazón (sin duda, adquiridas en colegios de alto pago que priman por encima de todo el apellido y el nivel socio-económico de cada cual), se encuentran razones de peso incontestables e imbatibles: la fuerza de un sentimiento colectivo vigoroso y atrevido de no dejar a un solo alumno al margen de un futuro personal digno y alcanzable del que pueda sentirse orgulloso el resto de su vida. Un objetivo esencial y maravilloso que la Escuela Pública siempre ha buscado y seguirá buscando para sus alumnos, a pesar de todos los obstáculos que nos vayan poniendo en el camino, porque sois lo mejor que nos podía pasar a los que, afortunadamente, nos dedicamos a vuestra educación.

Pueden intentar recortar los medios humanos y recursos materiales en la Escuela Pública, pero jamás podrán recortar el ansia de crecer, llegar más y llegar a más, compartir todos juntos lo más intocable de las relaciones humanas: el sentimiento de pertenencia a un colectivo y compartir cada día el esfuerzo por ser mejores personas y poder ofrecer a los demás lo mejor de uno mismo.

En el umbral de mi jubilación, quería asegurarme de que todos tenéis claro que los profesores hemos luchado siempre y lo seguiremos haciendo por una Escuela Pública que respeta a cada individuo y persigue hasta su madriguera cada mínima oportunidad para vuestro crecimiento personal, ese que os permitirá saber que estáis en un mundo libre y apasionante y al que deberéis contribuir para asegurar un futuro digno e igualmente apasionante a los que vendrán después de vosotros. Son las rimas de la vida, las que justifican nuestro paso por el territorio de los afectos y las complicidades.

Gracias por vuestra fuerza y juventud; la que yo tuve os la he dedicado con mayor o menor acierto todos estos años; ha sido un privilegio y un orgullo. Me faltan las fuerzas y las canas me enseñan el camino de lo que ya es solo pasado, pero me queda vuestro futuro, el mayor reto de mi vida y lo que más debe parecerse a eso que llaman eternidad.



José María Olayo Martínez.
Profesor del IES Profesor Julio Pérez
Rivas Vaciamadrid.
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Todo empieza por creer en ti

 
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