CARTA A LOS REYES MAGOS

He leído con mucha atención y no menos fruición la carta que José Cabrera escribe en su estupendo blog a los Reyes Magos y nos pregunta al final de la misma que qué regalo le pediríamos nosotros para la Era de la Colaboración. Sigo su línea argumental y me pongo a desmenuzar en unas breves líneas aquello que yo les pido por si acaso, a pesar de la crisis mundial, tienen a bien concederme.

La verdad es que mis peticiones se pueden conseguir con poco presupuesto puesto que tienen que ver con sentimientos y principios, con cambios en la forma de enfocar las cosas y, sobre todo, con cambios de actitudes que muy bien ayudarían a profundizar en esa Era de la Colaboración que nos describe José Cabrera y que promete un fututo altamente esperanzador e ilusionante. Cierro los ojos, aprieto los dedos temblorosos con inusitada fuerza sobre el ratón y sueño que tal vez.....

Queridos reyes Magos, me llamo José María y vivo en el blog que figura más arriba. Este año he seguido trabajando como ya sabéis por conseguir pequeñitos logros y avances para lograr una sociedad más justa e inclusiva para mis amigos con discapacidad, por eso, os pido las mismas cosas que os ha pedido mi admirado José Cabrera en su blog:

1. Unas nuevas reglas de juego.

Llevamos siglos jugando a ver quién es más fuerte, más listo, más guapo y tiene más dinero; en este juego, las personas menos favorecidas lo han tenido crudo y, aunque cada vez menos, lo siguen teniendo crudo. A las dificultades inherentes a sus propias limitaciones personales se han sumado de forma brutal las que nosotros, la sociedad en general, le hemos puesto en su entorno físico, en forma de barreras arquitectónicas, obstáculos y un sinfín de carencias en todos los servicios que los demás, en mayor o menor medida, podemos disfrutar. Por eso os pido unas nuevas reglas de juego sencillas y asumibles por todos para que podamos colaborar y crear una red social que haga posible un entorno accesible basado en la solidaridad, la cooperación y la igualdad. Unas reglas de juego que premien la creación de valor social que permita adoptar medidas y establecer estrategias que operen de forma simultánea sobre las condiciones personales y, también, las ambientales y sociales.

2. Unas tijeras para cortar con el pasado.

Este regalo que os pido me hace mucha ilusión. Si algo obstaculiza la plena integración social de las personas con discapacidad son las ataduras del pasado: prejuicios, conceptos y términos despectivos y peyorativos, arquetipos negativos que está costando muchísimo eliminar. Como dice Keynes, la verdadera dificultad al cambiar el curso de las cosas no es desarrollar nuevas ideas, sino en librarse de las viejas. Por eso os pido unas afiladas tijeras para cortar de una vez por todas esa imagen que se tiene de la persona con discapacidad como un individuo distinto, marginal, con problemas y limitaciones importantes, mero receptor de ayudas y beneficiencia. Con esas tijeras cortaremos este pesado y el terrible lastre soportado durante decenios y podrán, al fin, salir a la luz las verdaderas características de las personas con discapacidad: una gran capacidad de recibir, cierto, pero, también y sobre todo, con una gran capacidad para poder dar; un ser individual, complejo y poseedor de una completa gama de emociones.

3. Una nueva forma de ver las cosas.

Las políticas sociales que al respecto se vienen impulsando en los últimos lustros adolecen de los mismos defectos: una imagen reducida y desfigurada de la persona con discapacidad y unos recursos dados de forma benéfica y conmiserativa obviando, muchas veces, el horizonte de lo que es necesario y justo si tenemos en cuenta que estamos hablando de PERSONAS. Tenemos que dejar de ver las cosas con las gafas de toda la vida, esas que sólo dejan ver lo que nos interesa; unas gafas mal graduadas que nos impide ver las verdaderas necesidades y expectativas de estas personas y que no dejan de ser las mismas que tenemos los demás miembros de la sociedad, a saber, acceso fácil y en las mismas condiciones para todos a la educación, a la salud, el trabajo, la cultura, la información, el ocio y el deporte, la comunicación y la plena participación social. Con una visión más ajustada, nos daríamos cuenta, por ejemplo, de que la integración social supone no sólo el fin de una ideología, sino, además, de los principios que la sustentan.

Por eso, apreciados Reyes Magos, os pido unas nuevas gafas graduadas y bifocales que nos permitan tener una mejor visión de lejos para valorar de dónde venimos, y de cerca para ver mejor la letra pequeña de las necesidades y expectativas de cada persona con discapacidad y podamos ser capaces de crear una sociedad más justa y participativa, verdaderamente centrada en las ilusiones y retos personales de TODOS sus ciudadanos sin excepción.

4. Un reloj despertador para todos los ciudadanos.

Nos hemos adentrado en el siglo XXI y muchas personas siguen en el sueño de los justos. Y si alguien está especialmente dormido esos son los políticos y, aunque parezca mentira, muchas de las organizaciones que en teoría se han constituido para luchar por la integración social de las personas con discapacidad. Unos y otros han encontrado un modus operandi que satisface sus ideales y expectativas; los primeros porque ya no tienen que preocuparse por un tema delicado y complejo y los segundos porque reciben grandes cantidades de dinero de los primeros para poner en marcha proyectos y programas que no hacen sino perpetuar sine die la situación de desigualdad y generar nuevas peticiones de más y más ayuda económica; parece que de lo que se trata es de luchar para que la lucha por la integración nunca acabe; ¿lo pilláis mis Queridos Reyes Magos?

Por eso os pido un reloj despertador de conciencias que yo nunca lo he visto pero espero que vosotros sí y que nos sirva para despertar a unos y a desesperezar a otros y romper esta dinámica perniciosa en la que yo he visto despachos suntuosos, coches oficiales y viajes pagados en espléndidos hoteles con todo lujo de caprichos, sufragados con fondos del erario público, curiosamente destinados para la integración social de las personas con discapacidad, para altos cargos en organizaciones y entidades que, de otro modo, tendrían que acudir en bicicleta a sus respectivos lugares de trabajo.

5. Un cargamento de optimismo.

Aunque son todavía muchos los retos por superar en esta diáspora a esa sociedad más justa e inclusiva, qué duda cabe que con ilusión y optimismo el camino será más liviano y fácil. La tarea es difícil pero no imposible. No existen más límites que los que nosotros ponemos. Como dice Haynes, si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre conseguirás lo que siempre has conseguido. Es la hora del cambio. Yo lo veo muy claro, majestades. En la Era de la Colaboración, del conocimiento y la inteligencia colectiva, de una sociedad cambiante a un mercado global y sin barreras, necesitamos un gran dosis de optimismo, de ilusión y pasión para conseguir para todas personas, sean cuales sean sus características y expectativas personales, una sociedad en el que nuevo paradigma de la inclusión se base en el reconocimiento del derecho a la dignidad personal, a la no discriminación y a poder participar solidariamente en la construcción del futuro humano, independientemente de cuáles sea sus circunstancias individuales.

Soy un optimista recalcitrante y mi pasión por las cosas que creo importantes me hace vencer obstáculos que de otra manera serán insalvables. Queridos Reyes Magos traedme montañas de optimismo y pasión para que todos nos pongamos manos a la obra para que las personas con discapacidad puedan gozar de una vida independiente que les permita ejercer su propio poder de decisión sobre su propia existencia y puedan participar de forma activa en la vida de su comunidad, conforme al derecho al libre desarrollo de su personalidad. Nos jugamos nada más y nada menos que el progreso en pos de la calidad humana de nuestra propia sociedad, y éste no lo conseguiremos si no alcanza a todos o no respeta los derechos fundamentales.

Mis amigos Manolo, Fernando, Juan, Silvia, J.M., Edu, Ana y Teruca tienen una discapacidad, sí, pero también, y eso es lo más importante, unas irrefrenables ganas de vivir de la forma más independiente posible, de salir y entrar, de ir y venir, trabajar para sacarse unas pelas, de divertirse en la disco, vivir en pareja, pillar cacho, adaptar su coche, ir al fútbol los domingos, pagar su hipoteca o comprarse un ordenador para chatear. Por ello y por ellos, Melchor, Gaspar y Baltasar, yo me dejaría siete vidas si las tuviera. Creo que el reto bien merece la pena.

Hasta aquí, Majestades, mi lista de regalos para este año. Espero que podáis traerme al menos alguno de ellos; de todas formas, siempre me queda la opción de Papá Noel que, aunque se que no os gusta mucho, llega unos días antes que vosotros.....

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