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CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO.





Me llamo José María Olayo Martínez. Soy licenciado en Educación Física y ejerzo mi profesión como catedrático en un Instituto de Educación Secundaria en Madrid. El motivo de la presente tiene que ver con su propuesta de crear un Ministerio de Deportes, lo cual viene a confirmar que Vd., como deportista que es, sabe de la relevancia que en el plano personal y colectivo tiene la práctica deportiva y de los importantes valores que proyecta sobre la sociedad en general. Desde el punto de vista estrictamente político, su propuesta evidencia su sensibilidad y valoración hacia un ámbito del comportamiento humano que, tanto en sus niveles de base como en los de la alta tecnificación en España, rayan a una altura de la que todos los españoles nos sentimos orgullosos.

Mi implicación a lo largo de toda mi vida profesional en el ámbito de la actividad física y deportiva para personas con discapacidad, me ha hecho especialmente sensible a cualquier cambio que pueda significar un paso más hacia la plena participación e igualdad de las mismas en su entorno social. Y creo que esta propuesta que Vd. hace puede ser una magnífica oportunidad para ello.

Para centrar la idea que motiva esta misiva le pido que imagine Vd. por un momento que en España existiera una Federación de Deportes para Mujeres y que tras muchos años de lucha por su plena integración y participación social y reconocimiento de los mismos derechos que los demás se aprobara una Ley del Deporte en la que no sólo no se eliminara esa Federación y pasaran a integrarse en las demás Federaciones Deportivas, sino que, muy al contrario, se crearan cinco nuevas Federaciones Deportivas para Mujeres. Una para mujeres obesas, otra para mujeres anoréxicas, para mujeres sin estudios, otra más para mujeres inmigrantes y una quinta para mujeres de talla pequeña. ¿No le parece ridículo, arbitrario, espantoso? ¿Sería una medida apropiada para lograr la integración social de la mujer?. Rotundamente no.

Lo expresado anteriormente, Sr. Presidente, no es fruto de mi imaginación ni de un mal sueño, sino lo que ha pasado exactamente con el colectivo de personas con discapacidad. Se lo resumiré lo mejor que pueda.

En el año 1982, se aprueba la
LISMI (Ley de Integración Social de los Minusválidos), cuyos principios se fundamentan en los derechos que el artículo 49 de nuestra Constitución reconoce, en razón de la dignidad que les es propia, a los disminuidos en sus capacidades físicas, psíquicas o sensoriales para su completa realización personal y su total integración social. Tuve la suerte de poder participar de forma modesta en la redacción de este texto a la vez que luchaba como mejor podía porque la única Federación de deportes para Discapacitados Físicos que existía por aquellos años se eliminara y todos los deportistas que en ella se agrupaban pasaran a integrarse en sus respectivas Federaciones Deportivas de acuerdo con el deporte practicado.

La aprobación de la
Ley del Deporte del año 90 era una magnífica oportunidad para, por fin, tras años de lucha por la integración social de las personas con discapacidad, poner las cosas en su sitio y ofrecer a estas personas los recursos y ayudas necesarias para su completa integración como unos deportistas más. Pero ¿cuál cree Vd. que fue la propuesta a partir de tal Ley? No se lo pierda: no sólo no se eliminaba la Federación de Minusválidos Físicos, sino que se creaban cuatro más: una para discapacidad intelectual, otra para personas sordas, otra para personas ciegas y una última para deportistas con parálisis cerebral.

Desgraciadamente, esto no es una broma ni una mala información que yo tengo, sino una evidente realidad. El Estado legislando sensu contrario de lo expresado en el artículo segundo de la LISMI: “
El Estado Español inspirará la legislación para la integración social de los disminuidos...”.

La propia Ley del deporte en su artículo cuatro punto dos expresa que “es competencia de la Administración del Estado fomentar la práctica del deporte por las personas con minusvalías físicas, sensoriales, psíquicas y mixtas, al objeto de contribuir a su plena integración social”. Más aún, la Ley de Igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal (
LIONDAU). de 2003, menciona entre los principios que la inspiran el de la Normalización: el principio en virtud del cual las personas con discapacidad deben poder llevar una vida normal, accediendo a los mismos lugares, ámbitos, bienes y servicios que están a disposición de cualquier otra persona.
¿Es coherente plantear como estrategia de integración social la segregación en más guetos -perdón- Federaciones Deportivas a las personas con discapacidad, ahora atendiendo a su característica patológica predominante? Y si eso es así, por qué no se crean nuevas federaciones deportivas para personas con autismo, con esclerosis múltiple, para amputados, espina bífida, polio o SIDA?. ¿Qué tipo de coherencia se sigue en apartar a unos que no ven de otros que no oyen o necesitan una silla de ruedas para desplazarse? ¿A quién le interesa segregar y crear grupos diferenciados dentro de la ya diferenciada discapacidad?

Pero además, la creación de estas 5 Federaciones Nacionales y sus territoriales correspondientes, genera un gasto y una demanda de recursos humanos y materiales que en nada ayuda a promocionar y subvencionar las actividades deportivas de las personas con discapacidad. He vivido personalmente la experiencia de ver a deportistas con parálisis cerebral que para acudir a un evento deportivo se han tenido que costear las camisetas del equipo porque la Federación no tenía presupuesto para ello.

Como verá, el panorama no apunta en la buena dirección y es por ello por lo que esta nueva propuesta de la creación de un Nuevo Ministerio del deporte me llena de esperanza e ilusión. Quizás el nuevo ministro o ministra del deporte corrija ese desliz de la Ley del Deporte y haga una propuesta más coherente, económica y justa: la eliminación de esas Federaciones de Deportes para personas con discapacidad y su plena integración en las que, con carácter general, se han creado para todos los españoles.

Quizás, entonces, se abra un camino, en el umbral del nuevo milenio, en el que la integración de las personas con discapacidad en la vida social y colectiva sea algo más que su mera incorporación en los diferentes ámbitos sociales; creo que debemos apostar fuerte y Vd. de eso sabe más que yo. Estamos hablando de un nuevo paradigma de la inclusión que reconoce por encima de todo el derecho de todas las personas a la dignidad personal, a la no-discriminación y a poder participar, como expresa el
Informe al Club de Roma, solidariamente en la construcción del futuro humano, independientemente de cuáles sean las circunstancias individuales.

A su nuevo ministro o ministra de Deporte me gustaría que le orientara en algo que sé positivamente que Vd. cree firmemente: el progreso en pos de la calidad humana no será tal si no alcanza a todos o si no se ajusta al respeto a los derechos inalienables de cada persona. Este impulso de un nuevo proceso de integración social de las personas con discapacidad requiere rediseñar nuevas estrategias y enfoques de intervención en atención a las nuevas necesidades y perspectivas en el ámbito de la discapacidad. Sé que se puede; sé que se debe; se lo debemos.

Reciba un cordial saludo y mi más sincera felicitación por esta iniciativa que creo nos merecemos TODOS los españoles.
 
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