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Deporte e integración social

El deporte como vehículo para la integración social de personas con discapacidad.Que el deporte aporta al individuo que lo practica evidentes ventajas en el plano psicofísico y social nadie lo duda; también a las personas que tienen alguna discapacidad. Que la práctica físico-deportiva permite al sujeto relacionarse e integrarse en su comunidad está fuera de toda duda; también para las personas con discapacidad.
Que deporte y salud son dos ámbitos interrelacionados lo sabe todo el mundo; también lo son para las personas con discapacidad.

La actividad física y deportiva se presenta para las personas con discapacidad como una inmejorable oportunidad no sólo para incrementar y mejorar sus parámetros biológicos y psicomotrices sino, además, los relacionados con los aspectos de relación y comunicación con los demás. Haciendo deporte, la persona que lo practica tiene la oportunidad de experimentar y explorar nuevos retos y experiencias que permiten descubrir sus verdaderos potenciales y, también, los límites a los que puede llegar.

Sin entrar a fondo en la cuestión semántica y conceptual, partimos de una primera reflexión: la discapacidad solo significa capacidades diferentes. Lejos de prejuicios y arquetipos interesados que venimos arrastrando desde épocas anteriores, entendemos y atendemos a la persona con discapacidad como una más de entre todas las que conformamos el universo social al que pertenecemos. La evidencia nos muestra que cada uno de nosotros somos más capaces para unas cosas y menos capaces e, incluso, in-capaces, dis-capaces para otros y no por eso nadie deja de mirarnos, nos rechaza o margina.

Si somos capaces de superar los prejuicios y tópicos habituales en el ámbito de la discapacidad, descubrimos que de entre todas las personas que componemos el mapa social unas, efectivamente, presentan algún tipo de limitación más o menos evidente, debido a algún tipo de lesión, enfermedad o situación de menoscabo físico, psíquico o sensorial. Yo estuve escayolado seis meses y para realizar algunas tareas habituales necesitaba algún tipo de ayuda; ¿se podría decir que en esos seis meses yo era sensu estricto una persona con discapacidad? ¿Dejé de ser una persona normal, y me convertí en persona no-normal? Al estar en desventaja con respecto a los demás, ¿era un ser inferior o distinto, daba lástima o pena?

Resulta de todo punto esencial empezar ya a asumir que una persona puede tener una discapacidad, pero la persona no es la
discapacidad. Va siendo hora de ver el vaso medio lleno y valorar todas las cualidades y capacidades que una persona puede tener a pesar de su parálisis cerebral, su trisomía, sordera o espina bífida. Hasta el siglo pasado los expertos que veían el vaso medio vacío nos aseguraron que estas personas carecían casi por completo de cualidades y expectativas vitales; el daño ya está hecho y ahí están todos los episodios de marginalidad y el sinfín de celebraciones del Día del Subnormal para recoger limosnas y donativos para estas pobres personas. Pero en esta nueva Era de la Colaboración, más pronto que tarde, el sentido común, los nuevos avances en el ámbito psicosociosanitario y el despertar de la sociedad poniendo en valor la atención a todas las personas independientemente de sus circunstancias personales, harán posible una sociedad más justa e inclusiva capaz de reconocer como iguales a todos sus miembros sean cuales sean sus capacidades y singularidades.

La discapacidad así entendida no es sino un elemento más de la diversidad del género humano. La gran riqueza y valor de una sociedad que se precie reside en aceptar, valorar e integrar a todos sus ciudadanos y ofrecerles las mismas oportunidades para desarrollar sus capacidades y satisfacer sus expectativas e ilusiones. Estamos ante uno de los retos para mí más apasionantes del milenio: un
cambio de paradigma en la inclusión social de todas las personas seas cuales sean sus características, necesidades y singularidades.

A partir de estas reflexiones que nos ayudan a centrar el tema que nos hemos propuesto, procederemos a desarrollar de forma sucinta las tres dimensiones que, a mi modo de ver, deben atenderse en todo planteamiento que tenga por objeto la participación social de las personas con discapacidad como en el caso que nos ocupa, desde el punto de vista del deporte y la actividad física.

Tres dimensiones para el análisis.Abordamos, pues, el análisis del ámbito de la discapacidad en tres dimensiones que tienen entidad propia y que se interrelacionan a lo largo de la vida: la persona con limitaciones en el ámbito de su autonomía personal;
un entorno accesible donde sea posible la integración y participación plenas; las adaptaciones que podemos proponer para facilitar al individuo su máximo grado de integración social y autonomía personal.

1. Las características, necesidades y expectativas de la persona con discapacidad.
Es preciso aclarar desde el principio que hablamos de personas con limitaciones en el ámbito de su autonomía personal o personas con discapacidad, sustantivando la persona y adjetivando las condiciones limitantes. Lo importante, en todo caso, no es la forma lingüística sino la salvaguarda de la sustantividad de la persona y el carácter adjetivo de la discapacidad. (
Casado, 1998). Ello nos ayudará a entender que lo importante es valorar sus necesidades y limitaciones, para poder determinar con precisión las ayudas, recursos y/o adaptaciones y lograr su más plena y satisfactoria participación social

Las diferencias individuales, aptitudes personales, nivel de
autonomía personal, etc. hacen que una persona tenga diferentes niveles de funcionamiento. Desde este punto de vista, cada persona funciona de una manera distinta, se comporta distinto a los demás, tiene unas expectativas personales e intransferibles y unas necesidades concretas, normalmente vinculadas a sus capacidades psicofísicas y características biológicas.

Conocer y valorar en su justa medida esas características personales son la base desde la que partir para cualquier planteamiento de actividad físico-deportiva. Sin prejuicios y con la máxima objetividad hay que valorar posibles contraindicaciones para la práctica de ciertas actividades de acuerdo con las limitaciones que se presentan; con la misma objetividad hay que valorar el nivel de condición física y biológica de cada sujeto, sus capacidades motrices, habilidades básicas locomotrices y manipulativas, su competencia en el control del cuerpo y las habilidades específicas y especializadas si las tuviera.

De las características, intereses y expectativas personales y las limitaciones presentes, devienen unas necesidades que el técnico o responsable de las actividades deportivas debe cuantificar y definir con precisión porque de ello va a depender en gran medida la participación en la actividad que pretendemos desarrollar. Unas necesidades se instalan en el plano de la relación y la comunicación, otras tienen que ver con el tipo de ayuda técnica que se puede precisar, y otras, en fin, con barreras en el entorno que es preciso eliminar.

2. Las características del entorno/contexto .
Ya se ha dicho que las características personales, los intereses y las expectativas de la persona son el punto de partida para elaborar estrategias y propuestas que le permitan su participación en las actividades elegidas por ella. La clave del asunto está en que cada persona alcance la mayor cuota de autonomía personal, y esto va a depender no sólo de los factores personales (competencias, capacidades físicas y mentales, motivación, personalidad, habilidades comunicativas, experiencias y aprendizajes previos), sino también, de factores que tienen que ver con el contexto y el entorno en los que la persona vive y se relaciona.

Sin duda, la principal barrera con que se encuentra una persona con discapacidad es
la actitud, que es, seguramente, la más difícil de combatir y superar. En mis treinta años de trabajo profesional en el ámbito de la discapacidad he podido constatar una y otra vez que la mayoría de las dificultades y desventajas a las que tenían que hacer frente las personas con discapacidad, tenían más que ver con las carencias, obstáculos y barreras del entorno que con sus propias limitaciones y déficits. Todavía recuerdo con no poco estupor cómo algunas personas que utilizaban sillas de ruedas tenían que quedarse fuera de un recinto deportivo porque era imposible acceder al interior; en otros casos, se negaba la entrada porque la imagen que daban a los demás usuarios era desagradable. Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado mucho, pero estas anécdotas sirven para ilustrar muy a las claras cómo un entorno exclusivo y cerrado puede abocar a la nula o escasa participación de personas a causa de algún tipo de discapacidad.

El día a día nos muestra una realidad palmaria que tiene que ver con las demandas de las personas con discapacidad a la hora de practicar un deporte, de utilizar un transporte para poder desplazarse, de manejar unos aparatos o materiales concretos y a las que hay que responder de forma efectiva y afectiva; nos demandan apoyos personales para la locomoción, la movilidad y la comunicación, pero, también modificaciones en el entorno que eliminen en la medida de lo posible los obstáculos y barreras que les impide su plena participación. Se ha avanzado mucho en este terreno, pero sigue siendo terrible que en pleno siglo XXI, en la Era de la Colaboración (
José Cabrera), de la tecnificación e informatización, todavía existan barreras arquitectónicas que hacen imposible o muy difícil el acceso a muchas personas con limitaciones en su movilidad a eventos y manifestaciones culturales o sociales.

Se trata en este punto de valorar los medios y recursos disponibles en el entorno, las condiciones ambientales, las barreras que se detectan tanto en las instalaciones y edificios, como aquellas menos visibles y que tienen que ver con las actitudes de rechazo e incomunicación de ciertas personas. Este eslabón en la cadena resulta trascendente porque de cómo planteemos una
ayuda o un recurso en relación con cada necesidad dependerá en gran medida la participación. Hablamos de valorar las condiciones del entorno, las necesidades que se plantean en la interacción y manejo de la persona con discapacidad con los productos, servicios, objetos, instrumentos, instalaciones, equipamientos, etc. , que debe utilizar.

3. Las intervenciones.
En relación con las dos dimensiones expuestas, procede ahora tomar decisiones y plantear las actividades de forma que todas las personas, sean cuales sean sus características y necesidades, puedan participar de forma completa y satisfactoria. Esas características personales y del entorno y las necesidades planteadas demandan estrategias para adaptar materiales, utensilios, objetos e instrumentos que deben utilizarse, ayudas técnicas específicas para la comunicación o manejo de objetos o para la movilidad o la eliminación de barreras que obstaculizan o dificultan el acceso y uso de instalaciones, equipamientos, transportes, tecnologías y servicios.

Se trata, básicamente, como explicita la
LIONDAU, (Ley de Igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal) de crear las condiciones más favorables para que todas las personas tengan las mismas oportunidades de participación en las actividades: las normas que se fijen y los criterios que se deban seguir en cualquier planteamiento deben tener en cuenta las necesidades detectadas; los entornos, procesos, productos, servicios, ayudas técnicas, herramientas y dispositivos que se ofrezcan deben ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más natural y autónoma posible.

Con las actividades deportivas y recreativas se tiene la oportunidad de obtener beneficios no sólo en el plano individual (enriquecimiento personal, equilibrio psicológico,
vida independiente), sino también, en el plano social (socialización y sensación de pertenencia a la comunidad) y ello debe ser posible para todos y en todas las épocas de la vida. Este derecho de todos al disfrute de estos beneficios no puede cercenarse a unos pocos porque las características del entorno lo impidan o por la inexistencia de medios materiales o la inadecuación de los recursos y ayudas técnicas o la falta de adaptación de los medios disponibles a las necesidades de cada persona.

A modo de resumen.En el ámbito de la participación en las actividades físico-deportivas por parte de las personas que presentan limitaciones en el ámbito de su autonomía personal, se hace imprescindible crear las condiciones suficientes y necesarias para que tal participación sea efectiva y gratificante y en un contexto de integración plena en su entorno social. Las adaptaciones en las actividades, las condiciones de accesibilidad de los espacios, la adecuación de los materiales y la creación de un clima natural y sensible en el grupo capaz de aceptar las adaptaciones como parte consustancial de la realidad social en que se desarrollan, son algunas de las dimensiones que se deberán abordar para dar respuesta a las necesidades y expectativas de todos los participantes.

De lo expuesto hasta ahora se pueden extraer las tres dimensiones que conforman el ámbito de intervención en las actividades físico-deportivas:

► las características personales e intereses de cada persona a las que se vinculan unas necesidades reales, personales y presentes que deben atenderse con eficacia, objetividad e inmediatez.
► las características del entorno y el contexto en que esas actividades se van a desarrollar y las condiciones personales con las que cada persona llega a la actividad.
► las intervenciones en clave de adaptaciones, ayudas técnicas y recursos para hacer accesible la actividad a cada persona y que, de alguna manera, sirvan para prevenir, compensar, mitigar o neutralizar las situaciones de discapacidad en cada caso.

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CARTA A LOS REYES MAGOS

He leído con mucha atención y no menos fruición la carta que José Cabrera escribe en su estupendo blog a los Reyes Magos y nos pregunta al final de la misma que qué regalo le pediríamos nosotros para la Era de la Colaboración. Sigo su línea argumental y me pongo a desmenuzar en unas breves líneas aquello que yo les pido por si acaso, a pesar de la crisis mundial, tienen a bien concederme.

La verdad es que mis peticiones se pueden conseguir con poco presupuesto puesto que tienen que ver con sentimientos y principios, con cambios en la forma de enfocar las cosas y, sobre todo, con cambios de actitudes que muy bien ayudarían a profundizar en esa Era de la Colaboración que nos describe José Cabrera y que promete un fututo altamente esperanzador e ilusionante. Cierro los ojos, aprieto los dedos temblorosos con inusitada fuerza sobre el ratón y sueño que tal vez.....

Queridos reyes Magos, me llamo José María y vivo en el blog que figura más arriba. Este año he seguido trabajando como ya sabéis por conseguir pequeñitos logros y avances para lograr una sociedad más justa e inclusiva para mis amigos con discapacidad, por eso, os pido las mismas cosas que os ha pedido mi admirado José Cabrera en su blog:

1. Unas nuevas reglas de juego.

Llevamos siglos jugando a ver quién es más fuerte, más listo, más guapo y tiene más dinero; en este juego, las personas menos favorecidas lo han tenido crudo y, aunque cada vez menos, lo siguen teniendo crudo. A las dificultades inherentes a sus propias limitaciones personales se han sumado de forma brutal las que nosotros, la sociedad en general, le hemos puesto en su entorno físico, en forma de barreras arquitectónicas, obstáculos y un sinfín de carencias en todos los servicios que los demás, en mayor o menor medida, podemos disfrutar. Por eso os pido unas nuevas reglas de juego sencillas y asumibles por todos para que podamos colaborar y crear una red social que haga posible un entorno accesible basado en la solidaridad, la cooperación y la igualdad. Unas reglas de juego que premien la creación de valor social que permita adoptar medidas y establecer estrategias que operen de forma simultánea sobre las condiciones personales y, también, las ambientales y sociales.

2. Unas tijeras para cortar con el pasado.

Este regalo que os pido me hace mucha ilusión. Si algo obstaculiza la plena integración social de las personas con discapacidad son las ataduras del pasado: prejuicios, conceptos y términos despectivos y peyorativos, arquetipos negativos que está costando muchísimo eliminar. Como dice Keynes, la verdadera dificultad al cambiar el curso de las cosas no es desarrollar nuevas ideas, sino en librarse de las viejas. Por eso os pido unas afiladas tijeras para cortar de una vez por todas esa imagen que se tiene de la persona con discapacidad como un individuo distinto, marginal, con problemas y limitaciones importantes, mero receptor de ayudas y beneficiencia. Con esas tijeras cortaremos este pesado y el terrible lastre soportado durante decenios y podrán, al fin, salir a la luz las verdaderas características de las personas con discapacidad: una gran capacidad de recibir, cierto, pero, también y sobre todo, con una gran capacidad para poder dar; un ser individual, complejo y poseedor de una completa gama de emociones.

3. Una nueva forma de ver las cosas.

Las políticas sociales que al respecto se vienen impulsando en los últimos lustros adolecen de los mismos defectos: una imagen reducida y desfigurada de la persona con discapacidad y unos recursos dados de forma benéfica y conmiserativa obviando, muchas veces, el horizonte de lo que es necesario y justo si tenemos en cuenta que estamos hablando de PERSONAS. Tenemos que dejar de ver las cosas con las gafas de toda la vida, esas que sólo dejan ver lo que nos interesa; unas gafas mal graduadas que nos impide ver las verdaderas necesidades y expectativas de estas personas y que no dejan de ser las mismas que tenemos los demás miembros de la sociedad, a saber, acceso fácil y en las mismas condiciones para todos a la educación, a la salud, el trabajo, la cultura, la información, el ocio y el deporte, la comunicación y la plena participación social. Con una visión más ajustada, nos daríamos cuenta, por ejemplo, de que la integración social supone no sólo el fin de una ideología, sino, además, de los principios que la sustentan.

Por eso, apreciados Reyes Magos, os pido unas nuevas gafas graduadas y bifocales que nos permitan tener una mejor visión de lejos para valorar de dónde venimos, y de cerca para ver mejor la letra pequeña de las necesidades y expectativas de cada persona con discapacidad y podamos ser capaces de crear una sociedad más justa y participativa, verdaderamente centrada en las ilusiones y retos personales de TODOS sus ciudadanos sin excepción.

4. Un reloj despertador para todos los ciudadanos.

Nos hemos adentrado en el siglo XXI y muchas personas siguen en el sueño de los justos. Y si alguien está especialmente dormido esos son los políticos y, aunque parezca mentira, muchas de las organizaciones que en teoría se han constituido para luchar por la integración social de las personas con discapacidad. Unos y otros han encontrado un modus operandi que satisface sus ideales y expectativas; los primeros porque ya no tienen que preocuparse por un tema delicado y complejo y los segundos porque reciben grandes cantidades de dinero de los primeros para poner en marcha proyectos y programas que no hacen sino perpetuar sine die la situación de desigualdad y generar nuevas peticiones de más y más ayuda económica; parece que de lo que se trata es de luchar para que la lucha por la integración nunca acabe; ¿lo pilláis mis Queridos Reyes Magos?

Por eso os pido un reloj despertador de conciencias que yo nunca lo he visto pero espero que vosotros sí y que nos sirva para despertar a unos y a desesperezar a otros y romper esta dinámica perniciosa en la que yo he visto despachos suntuosos, coches oficiales y viajes pagados en espléndidos hoteles con todo lujo de caprichos, sufragados con fondos del erario público, curiosamente destinados para la integración social de las personas con discapacidad, para altos cargos en organizaciones y entidades que, de otro modo, tendrían que acudir en bicicleta a sus respectivos lugares de trabajo.

5. Un cargamento de optimismo.

Aunque son todavía muchos los retos por superar en esta diáspora a esa sociedad más justa e inclusiva, qué duda cabe que con ilusión y optimismo el camino será más liviano y fácil. La tarea es difícil pero no imposible. No existen más límites que los que nosotros ponemos. Como dice Haynes, si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre conseguirás lo que siempre has conseguido. Es la hora del cambio. Yo lo veo muy claro, majestades. En la Era de la Colaboración, del conocimiento y la inteligencia colectiva, de una sociedad cambiante a un mercado global y sin barreras, necesitamos un gran dosis de optimismo, de ilusión y pasión para conseguir para todas personas, sean cuales sean sus características y expectativas personales, una sociedad en el que nuevo paradigma de la inclusión se base en el reconocimiento del derecho a la dignidad personal, a la no discriminación y a poder participar solidariamente en la construcción del futuro humano, independientemente de cuáles sea sus circunstancias individuales.

Soy un optimista recalcitrante y mi pasión por las cosas que creo importantes me hace vencer obstáculos que de otra manera serán insalvables. Queridos Reyes Magos traedme montañas de optimismo y pasión para que todos nos pongamos manos a la obra para que las personas con discapacidad puedan gozar de una vida independiente que les permita ejercer su propio poder de decisión sobre su propia existencia y puedan participar de forma activa en la vida de su comunidad, conforme al derecho al libre desarrollo de su personalidad. Nos jugamos nada más y nada menos que el progreso en pos de la calidad humana de nuestra propia sociedad, y éste no lo conseguiremos si no alcanza a todos o no respeta los derechos fundamentales.

Mis amigos Manolo, Fernando, Juan, Silvia, J.M., Edu, Ana y Teruca tienen una discapacidad, sí, pero también, y eso es lo más importante, unas irrefrenables ganas de vivir de la forma más independiente posible, de salir y entrar, de ir y venir, trabajar para sacarse unas pelas, de divertirse en la disco, vivir en pareja, pillar cacho, adaptar su coche, ir al fútbol los domingos, pagar su hipoteca o comprarse un ordenador para chatear. Por ello y por ellos, Melchor, Gaspar y Baltasar, yo me dejaría siete vidas si las tuviera. Creo que el reto bien merece la pena.

Hasta aquí, Majestades, mi lista de regalos para este año. Espero que podáis traerme al menos alguno de ellos; de todas formas, siempre me queda la opción de Papá Noel que, aunque se que no os gusta mucho, llega unos días antes que vosotros.....
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Razones que justifican este blog

Debo confesar que sentí una especie de vértigo cuando mi cuñado José Cabrera, expertísimo informático y modelo a seguir en tantos y tantos temas, me animó a a crear este blog y abrirme así al mundo de la red y, por ende, al de todos los que como yo queremos y deseamos comunicarnos. Es ésta primea idea, la comunicación, la madre de todas las cuestiones. Se trata de comunicarnos, de ofrecer a los demás tus experiencias, vivencias y formas de pensar y sentir en los temas que son objeto de debate y reflexión; pero también, de recibir de los demás sus experiencias y opiniones. Una especie de feed-back constante que nos mantiene en permanente alerta ante nuevas y cada vez más interesantes ideas y propuestas.

La segunda idea argumental de este blog es el aprendizaje colectivo. Todos somos capaces de aprender de los demás y compartir cada nuevo avance; la red nos permite la comunicación inmediata y nos abre una ventana inigualable por la que asomarnos al apasionante mundo de las ideas y las propuestas. Somos muchos en todo el mundo los que podemos y deseamos compartir nuestras propuestas e ideas y, además, sin egoísmos y con una mentalidad abierta a todo y a todos.

Desde esta modesta pero ilusionante ventana que ahora se abre pretendo ofrecer/recibir todas las experiencias y propuestas que tienen que ver con el deporte y la integración social de las personas con discapacidad. Un tema al que con mayor o menor acierto pero con toda la ilusión del mundo he dedicado buena parte de mis últimos treinta años. No son pocas en tantos años las experiencias, ideas, eventos y vivencias que me han aportado una visión del ámbito de la discapacidad que pretendo ahora verter por esta ventana informatizada. Una visión que espero compartir con todas aquellas personas que, como yo, desean abrir nuevas puertas y encontrar nuevos canales de comunicación para lograr eso que se ha dado en llamar integración social de las personas con discapacidad .

Como profesor de Educación Física que soy he descubierto en estos años de profesión la importancia del deporte como vehículo de formación y desarrollo personal y social. He visto emocionarse a chavales marginados y olvidados por todos al coger su primer avión hacia una competición deportiva representando a su club o a su país. Me ha emocionado compartir tantos ratos con jóvenes personas con discapacidad que, a través del deporte, han sido capaces de relacionarse con los demás, de descubrir tantas y tantas capacidades y virtudes personales hasta entones desconocidas, de ser capaces de mejorar sus habilidades personales y deportivas, de descubrir que había algo más allá de las paredes del salón de casa....

Desde esta ventana que ahora se abre voy a proponeros a todos los que estáis en esta onda que intercambiemos nuestros cromos, nuestras ideas y experiencias y juntos demos con esa tecla que nos permita comprobar con gran satisfacción que las personas con discapacidad, como no podía ser de otra manera, son unos ciudadanos más en su sociedad y que desterremos para siempre tantos y tantos decenios de absurdo paternalismo proteccionista. Ellos se lo merecen y nuestra sociedad también. Sé que lo vamos a conseguir. Hoy comienza el futuro.
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CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO.





Me llamo José María Olayo Martínez. Soy licenciado en Educación Física y ejerzo mi profesión como catedrático en un Instituto de Educación Secundaria en Madrid. El motivo de la presente tiene que ver con su propuesta de crear un Ministerio de Deportes, lo cual viene a confirmar que Vd., como deportista que es, sabe de la relevancia que en el plano personal y colectivo tiene la práctica deportiva y de los importantes valores que proyecta sobre la sociedad en general. Desde el punto de vista estrictamente político, su propuesta evidencia su sensibilidad y valoración hacia un ámbito del comportamiento humano que, tanto en sus niveles de base como en los de la alta tecnificación en España, rayan a una altura de la que todos los españoles nos sentimos orgullosos.

Mi implicación a lo largo de toda mi vida profesional en el ámbito de la actividad física y deportiva para personas con discapacidad, me ha hecho especialmente sensible a cualquier cambio que pueda significar un paso más hacia la plena participación e igualdad de las mismas en su entorno social. Y creo que esta propuesta que Vd. hace puede ser una magnífica oportunidad para ello.

Para centrar la idea que motiva esta misiva le pido que imagine Vd. por un momento que en España existiera una Federación de Deportes para Mujeres y que tras muchos años de lucha por su plena integración y participación social y reconocimiento de los mismos derechos que los demás se aprobara una Ley del Deporte en la que no sólo no se eliminara esa Federación y pasaran a integrarse en las demás Federaciones Deportivas, sino que, muy al contrario, se crearan cinco nuevas Federaciones Deportivas para Mujeres. Una para mujeres obesas, otra para mujeres anoréxicas, para mujeres sin estudios, otra más para mujeres inmigrantes y una quinta para mujeres de talla pequeña. ¿No le parece ridículo, arbitrario, espantoso? ¿Sería una medida apropiada para lograr la integración social de la mujer?. Rotundamente no.

Lo expresado anteriormente, Sr. Presidente, no es fruto de mi imaginación ni de un mal sueño, sino lo que ha pasado exactamente con el colectivo de personas con discapacidad. Se lo resumiré lo mejor que pueda.

En el año 1982, se aprueba la
LISMI (Ley de Integración Social de los Minusválidos), cuyos principios se fundamentan en los derechos que el artículo 49 de nuestra Constitución reconoce, en razón de la dignidad que les es propia, a los disminuidos en sus capacidades físicas, psíquicas o sensoriales para su completa realización personal y su total integración social. Tuve la suerte de poder participar de forma modesta en la redacción de este texto a la vez que luchaba como mejor podía porque la única Federación de deportes para Discapacitados Físicos que existía por aquellos años se eliminara y todos los deportistas que en ella se agrupaban pasaran a integrarse en sus respectivas Federaciones Deportivas de acuerdo con el deporte practicado.

La aprobación de la
Ley del Deporte del año 90 era una magnífica oportunidad para, por fin, tras años de lucha por la integración social de las personas con discapacidad, poner las cosas en su sitio y ofrecer a estas personas los recursos y ayudas necesarias para su completa integración como unos deportistas más. Pero ¿cuál cree Vd. que fue la propuesta a partir de tal Ley? No se lo pierda: no sólo no se eliminaba la Federación de Minusválidos Físicos, sino que se creaban cuatro más: una para discapacidad intelectual, otra para personas sordas, otra para personas ciegas y una última para deportistas con parálisis cerebral.

Desgraciadamente, esto no es una broma ni una mala información que yo tengo, sino una evidente realidad. El Estado legislando sensu contrario de lo expresado en el artículo segundo de la LISMI: “
El Estado Español inspirará la legislación para la integración social de los disminuidos...”.

La propia Ley del deporte en su artículo cuatro punto dos expresa que “es competencia de la Administración del Estado fomentar la práctica del deporte por las personas con minusvalías físicas, sensoriales, psíquicas y mixtas, al objeto de contribuir a su plena integración social”. Más aún, la Ley de Igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal (
LIONDAU). de 2003, menciona entre los principios que la inspiran el de la Normalización: el principio en virtud del cual las personas con discapacidad deben poder llevar una vida normal, accediendo a los mismos lugares, ámbitos, bienes y servicios que están a disposición de cualquier otra persona.
¿Es coherente plantear como estrategia de integración social la segregación en más guetos -perdón- Federaciones Deportivas a las personas con discapacidad, ahora atendiendo a su característica patológica predominante? Y si eso es así, por qué no se crean nuevas federaciones deportivas para personas con autismo, con esclerosis múltiple, para amputados, espina bífida, polio o SIDA?. ¿Qué tipo de coherencia se sigue en apartar a unos que no ven de otros que no oyen o necesitan una silla de ruedas para desplazarse? ¿A quién le interesa segregar y crear grupos diferenciados dentro de la ya diferenciada discapacidad?

Pero además, la creación de estas 5 Federaciones Nacionales y sus territoriales correspondientes, genera un gasto y una demanda de recursos humanos y materiales que en nada ayuda a promocionar y subvencionar las actividades deportivas de las personas con discapacidad. He vivido personalmente la experiencia de ver a deportistas con parálisis cerebral que para acudir a un evento deportivo se han tenido que costear las camisetas del equipo porque la Federación no tenía presupuesto para ello.

Como verá, el panorama no apunta en la buena dirección y es por ello por lo que esta nueva propuesta de la creación de un Nuevo Ministerio del deporte me llena de esperanza e ilusión. Quizás el nuevo ministro o ministra del deporte corrija ese desliz de la Ley del Deporte y haga una propuesta más coherente, económica y justa: la eliminación de esas Federaciones de Deportes para personas con discapacidad y su plena integración en las que, con carácter general, se han creado para todos los españoles.

Quizás, entonces, se abra un camino, en el umbral del nuevo milenio, en el que la integración de las personas con discapacidad en la vida social y colectiva sea algo más que su mera incorporación en los diferentes ámbitos sociales; creo que debemos apostar fuerte y Vd. de eso sabe más que yo. Estamos hablando de un nuevo paradigma de la inclusión que reconoce por encima de todo el derecho de todas las personas a la dignidad personal, a la no-discriminación y a poder participar, como expresa el
Informe al Club de Roma, solidariamente en la construcción del futuro humano, independientemente de cuáles sean las circunstancias individuales.

A su nuevo ministro o ministra de Deporte me gustaría que le orientara en algo que sé positivamente que Vd. cree firmemente: el progreso en pos de la calidad humana no será tal si no alcanza a todos o si no se ajusta al respeto a los derechos inalienables de cada persona. Este impulso de un nuevo proceso de integración social de las personas con discapacidad requiere rediseñar nuevas estrategias y enfoques de intervención en atención a las nuevas necesidades y perspectivas en el ámbito de la discapacidad. Sé que se puede; sé que se debe; se lo debemos.

Reciba un cordial saludo y mi más sincera felicitación por esta iniciativa que creo nos merecemos TODOS los españoles.
 
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